Soy un perro guía jubilado y me alegra estar aquí con ustedes en este nuevo año. Es un privilegio ver cómo nos reunimos una vez más para celebrar esta convocatoria de la Asociación de Usuarios y Amigos del Perro Guía de Madrid. Siempre estamos listos para ayudar en nuestras reivindicaciones, porque, después de todo, merecemos vivir plenamente en esta sociedad que ha aprendido a aceptarnos como parte activa, creativa y productiva. ¡Qué gran conquista!
Aunque no bajamos la guardia, ya que aún hay pasos que dar en nuestra sociedad, todavía hay compañeros y compañeras en activo que siguen siendo mal vistos en establecimientos o transportes públicos. Pero hoy quiero ladrar un reconocimiento a todos esos avances que han hecho de España un lugar donde la discapacidad está más integrada que nunca. ¡Guau!
Siempre que visito otros lugares, pregunto a mis humanos si ven muchos ciegos por la calle, y la respuesta es un lírico «no». Pero en España, ese panorama es diferente. Es impresionante ver a tantos invidentes acompañados por sus perros en nuestras ciudades. ¡Eso es un motivo de orgullo!
No puedo dejar de mencionar a las distintas personas que han contribuido a que estemos presentes en las diferentes calles, pero realmente los verdaderos héroes somos todos nosotros, enfrentando el día a día. Juntos enseñamos a los demás sobre el respeto y la urbanidad; incluso cuando algún obstáculo se interpone en nuestro camino, lo esquivamos y listos.
Y, por supuesto, queridos futuros perros guía, con nuestros dulces ojos y ese impresionante trabajo que deja a todos boquiabiertos, luchamos codo a codo con nuestros humanos para desafiar los retos que se nos presentan cada día. ¡Que viva el trabajo en equipo!
En esta ocasión especial, queremos rendir homenaje a esos compañeros y compañeras que conviven en familias que, al igual que yo, se han jubilado, ya sea por edad, enfermedad, o por la triste pérdida de su humano. Quiero agradecer a estas familias por su paciencia, amor y entrega hacia mis compañeros y compañeras, porque sé que no es fácil atravesar momentos tan difíciles. Sin embargo, podemos decir que hemos pasado a una fase divertida en nuestra vida perruna. En esta etapa jugamos a la pelota, algo que debíamos contener durante el tiempo en que íbamos uniformados por las órdenes de trabajo. Corramos más, aunque lo menos divertido sea la frecuente visita al veterinario con sus correspondientes medicaciones.
Sin embargo, queremos decir a los futuros perros guía y a la sociedad que las personas ciegas a las que acompañamos nos aportan cariño, felicidad y un buen bienestar, junto a una buena salud. Para nosotros, ha sido una gratificación ver cómo ayudamos a personas que enfrentan dificultades en su movilidad; nos hemos convertido en sus ángeles de libertad, tanto en el transporte público como en las diferentes calles, que cada vez son menos accesibles debido a obras y coches estacionados sobre la acera. Esto a menudo nos obliga a bajarnos a la carretera, lo que puede ponernos en peligro a ambos, pero rápidamente regresamos a la acera y listo, colegas.
Solo hay algo que hoy me pone muy triste, sobre todo a mí, que he podido vivir y aprender tanto, y es la injusta pérdida de uno de mis hermanitos menores: por la ilusión y la picardía que brillaban en los ojitos de Wisper, a quien no podremos volver a ver, quiero elevar mis aullidos de pena e impotencia. Porque tenemos que luchar por la seguridad de perros y de humanos, contra la negligencia y la apatía de algunos, pero también, con el apoyo y la fuerza de muchos otros; y porque se ha perdido una vida de trabajo, amor, juegos y risas. Quiero que su familia sepa que estoy con ellos, porque yo también tuve padres y hermanitos humanos que me hicieron muy feliz.
Después de este breve recorrido por la historia del día a día de un perro guía desde la perspectiva de un perro guía jubilado, es importante hoy rendir un sincero homenaje a todas esas familias que dedican su vida a cuidar de nosotros. Aunque puedan ser anónimas, son fundamentales y les debemos tanto.
Nada de esto sería posible sin ellos, y por eso, ¡les ladramos nuestro agradecimiento! Sus contribuciones siempre serán recordadas y su nombre brillará en el arcoíris.
Así que, de parte de todos nosotros, ¡muchísimas gracias por su dedicación y amor! ¡Guau!
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